Meditación 5: Llaga del costado
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En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
. Escucha, Israel:
Así dice el Señor: «Te respondo cuando me necesitas, te auxilio el día en el que te salvo, pues te formé y te constituí mediador del pueblo para restaurar el país, para repartir las tierras devastadas, para decir a los cautivos; “¡Déjense ver!” A lo largo de los caminos pastarán, en todos los montes resecos tendrán pastos. No pasarán hambre ni sed, el viento sofocante y el sol no les hará daño, pues el que se compadece de ellos los guiará, y los conducirá hacia manantiales de agua» (Is 49, 8-10).
. Mensaje de María «Reina de la Paz» en Medjugorje
“¡Queridos hijos! También en este tiempo os llamo a la oración. Orad para que podáis comprender lo que Dios os quiere decir a través de mi presencia y de estos mensajes que os estoy dando. Mi deseo es el de acercaros cada vez más a Jesús y a Su Corazón herido, para que podáis comprender el inmenso amor con el que Él se ha entregado por cada uno de vosotros. Por eso, queridos hijos, orad para que de vuestros corazones pueda brotar una fuente de amor hacia cada persona, incluso hacia quienes os odian y os desprecian. De esa manera, seréis capaces de vencer, con el amor de Jesús, todas las miserias de este mundo lleno de sufrimientos, que no tiene esperanza para aquellos que no conocen a Jesús. Yo estoy con vosotros y os amo con el amor inmenso de Jesús. Gracias por haber respondido a mi llamada” (25 de noviembre de 1991).
. Meditación
Dios me conduce hasta el Calvario. Ahí está su único Hijo, el Mediador del pueblo, crucificado por mí. Mi Héroe. Ya ha expirado, pero un soldado―para cerciorarse de su muerte―le atraviesa brutalmente el costado con una lanza. Al instante, de Su Corazón herido brota un manantial de Sangre y Agua. De ellos obtengo Vida y Perdón. Su infinito Amor se derrama inmerecidamente sobre mí, calando hasta los rincones más oscuros de mi alma, regando esta tierra reseca e inhóspita. Está haciendo germinar nuevos pastos, abriendo nuevos caminos y canales de Agua para mí y todos aquellos que lo buscan sin saberlo; Su deseo es que los demás también lo puedan encontrar a través de mi persona. Por eso, el Padre me hace jornalero de esta nueva viña que está brotando en mi interior. Debo estar siempre vigilante para que mis egoísmos y negligencias no la arrasen y no destronen al verdadero Rey. También debo cuidar de que dé fruto abundante. Para todo ello, es necesario regar diariamente con el Elixir que mana de Su Sagrado Corazón, dejar que el Sol acaricie la cosecha, y que el aire de Su Espíritu esparza las semillas por doquier y oxigene el ambiente; es decir, necesito alimentarme a diario de Él mediante la Eucaristía, la adoración al Santísimo Sacramento y la oración con el corazón. Todo es imprescindible.
Madre, en honor al Corazón herido de tu Hijo, sé guardiana y Señora de esta viña. Tú sabes que yo solo la echaría a perder. Toma mi corazón y lo hazlo semejante al tuyo. «Dame un corazón sabio y dócil, dispuesto siempre a agradar a Dios; un corazón nuevo y humilde, para grabar en él la ley de la nueva Alianza; un corazón sencillo y limpio que me haga digno de comulgar a tu Hijo y que me capacite para contemplaros eternamente; un corazón firme y dispuesto para soportar con fortaleza la espada de dolor, y esperar, lleno de fe, la gloria de la Resurrección. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén» *
. Oración
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame,
y mándame ir a Ti,
para que con tus santos te alabe,
por los siglos de los siglos. Amén.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame,
y mándame ir a Ti,
para que con tus santos te alabe,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Padrenuestro, Avemaría, Gloria)
*Oración inspirada en el Prefacio del Inmaculado Corazón de María