Meditación 7: La Anunciación


+

En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

. Escucha, Israel:

«En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios.También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril,  porque para Dios nada hay imposible». María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel se retiró» (Lc 1, 26-38).

. Mensaje de María «Reina de la Paz» en Medjugorje

“ Con un corazón materno lleno de amor hacia vosotros, mis hijos, deseo enseñaros la plena confianza en Dios Padre. Deseo que aprendáis a seguir la voluntad de Dios mirándoos y escuchándoos interiormente. Deseo que aprendáis a confiar infinitamente en Su gracia y en Su amor, como yo siempre he confiado. Por eso, hijos míos, purificad vuestros corazones. Liberaos de todo lo que os ata únicamente a lo terrenal y permitid a lo divino dar forma a vuestra vida a través de vuestra oración y sacrificio; que en vuestros corazones esté presente el Reino de Dios; que comencéis a vivir a partir de Dios Padre; que procuréis caminar siempre con mi Hijo. Y para todo esto, hijos míos, debéis ser pobres en espíritu y estar llenos de amor y de misericordia. Debéis tener corazones puros y simples, y estar siempre dispuestos a servir. Hijos míos, escuchadme, hablo en nombre de vuestra salvación. ¡Os doy las gracias!” (18 de marzo de 2016).

. Meditación

Tan sencillo y tan complicado como la oración y la meditación; no hay otro camino para descubrir la Voluntad de Dios en mi vida. Sí, algo muy simple, pero no carente de dificultades. A veces, puedo rezar y rezar, y no ver nada en claro. Y entonces, indignado, puedo caer en la tentación de reprocharle a Dios: «¿Es que no puedes ser claro?, ¿Por qué no me mandas un ángel y me dices lo que quieres de mí? Dímelo y lo haré». Y lo cierto es que ya podría enviarme un ángel, que si yo no tengo la disposición interior debida, no me enteraría de nada; ya sea por falta de fe―por tratarse de algo que se escape a mí razón (cfr. Lc 1, 5-20)―, como por ceguera―porque me aferro a ideas preestablecidas―. ¿Cuántas veces alguien me quiere decir algo (o yo quiero decir algo a alguien) y, por mucho que me diga (o por mucho que le diga), solo veo lo que quiero ver (o solo ve lo que quiere ver)?  ¿Acaso no ocurriría lo mismo si se me presentara un ángel y yo no tuviera la preparación interior precisa?

Y puedo caer en el error de pensar que si quiero descubrir Su Voluntad y rezo por ello, es que ya tengo esa disposición. Eso puede ser un espejismo, ya que a veces― muy en nuestro interior―los humanos solo deseamos escuchar lo que nos agrada y lo que pensamos que es mejor. No obstante, es cierto que también se puede dar el caso de que sí tenga esa disposición y total abandono a Su Providencia, pero que no logre descifrar Sus anhelos para conmigo. Eso es porque todavía me tengo que purificar más, o porque el Señor no quiere revelarlo de golpe (ya sea porque no estoy preparado, o porque puede sacar mayor bien, o lo que sea), y prefiere hacerlo de a poquito. Tan de a poquito, que me da la sensación de que nada cambia en mi vida. Puede que entonces yo caiga en una especie de nerviosismo que no es nada sano. Deberé, pues, concienciarme: «¿Por qué no abrazar Su Voluntad, si Su Voluntad es que no la descubra al completo?». Debo aprender a no tener prisas, a confiar en Él (pues Él es el primero que quiere llevar a cabo Su Plan, y que desea lo mejor para mí), a vivir el día a día. Debo aprender a estar permanentemente a la escucha y entender que no siempre lo descubriré por medio de inspiraciones, sino también a través de hechos y circunstancias.

Por eso, es tan importante que primero―sea el caso que sea―me vacíe de mí mismo y sea pobre en espíritu. Y es que las propias pasiones―así como muchos anhelos y convicciones―acallan la voz del Padre. Esto lo puedo lograr también mediante la oración y los sacrificios. Es un trabajo constante en el cual deberé domar día a día mis apetencias y mi ego. Si voy haciendo eso, luego podré adentrarme en el camino del discernimiento, sin olvidar que no todo es “habla”, sino también “escucha”. No solo el silencio exterior es importante, sino también el interior. Si solo hablo yo, ¿cómo me va a responder Él? La oración no es un monólogo, sino un diálogo.

Madre, purifica mi corazón y despójame de todo aquello que me aleja de Dios. Ayúdame a ser como tú y a estar siempre dispuesto a servir, no buscando satisfacer mis deseos. Camina siempre conmigo para descubrir Su Voluntad y hazme capaz de cumplirla. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.

. Oración

Rezar un misterio del Rosario ( un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).