Meditación 19: La coronación de espinas



+

En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

. Escucha, Israel

«No obréis por rivalidad ni por ostentación, considerando por la humildad a los demás superiores a vosotros. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás. Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús. El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres. Y así, reconocido como hombre por su presencia, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre» (Flp 2, 3-11).

. Mensaje de María Reina de la Paz en Medjugorje

“Queridos hijos, os traigo a mi Hijo Jesús que es el Rey de la Paz. Él os da la paz y que esta paz no sea solo para vosotros, hijos míos, sino llevadla a los demás en alegría y humildad. Yo estoy con vosotros y oro por vosotros en este tiempo de gracia que Dios desea daros. Mi presencia aquí es un signo de amor, mientras estoy con vosotros, para protegeros y guiaros a la eternidad. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!” (25 de diciembre de 2018).

. Meditación

Qué humildad la de Jesús, que, siendo Dios, se hace hombre y esclavo. Encima, permite que lo torturen, que lo coronen de espinas y que se burlen de Él. Ver esto sin los ojos de la fe puede llevar a pensar en cobardía o masoquismo; pero nada más lejos de la realidad. ¿Qué es, pues? ¿Qué me quiere enseñar con esto Jesús? Esta actitud tan extraordinaria e impactante me hace reflexionar sobre qué es auténticamente la humildad. Pienso y descubro que es el cimiento de todas las demás virtudes y garantía de salvación; la que descentra al “yo” y centra a Dios.

La humildad no es pasiva, no es conformismo, no es padecer por padecer; es amar al Padre, desear Su Voluntad y, con su ayuda, actuar según ella. Aquí lo heroico no es que Jesús se deje ultrajar―que también―, sino Su obediencia a Dios. En ocasiones, habrá que callar―pues un silencio lo dice todo; en otras, habrá que corregir dulce y suavemente al agresor; en otras, quizá sea necesario un poco de firmeza. Se trata de actuar según el designio de Dios en determinado momento, pensando siempre en el bien del prójimo y nunca dejándose llevar por las emociones o la venganza. Si algo no está hecho con amor, no sirve de nada. La humildad es constructora de paz.

¿Y por qué es el cimiento de todas las demás virtudes?

Porque la humildad nos hace asumir nuestra condición de criatura, nuestra pequeñez y nuestra nada, y entroniza a Dios en el puesto que le corresponde―requisito indispensable para construir sobre Roca firme―. Sin humildad no hay Amor, ya que la humildad es el camino hacia Él, y sin Amor toda obra es muerta. No existe virtud fuera de Él. Por eso, quien “construye” sin humildad construye sobre arena. Cuanto menos humilde es una persona, más imperfecto es su amor. Y es que el orgulloso vive para sí mismo, para saciar su “yo”, y todo lo que le rodea lo usa en beneficio propio. Sin embargo, el humilde vive para Dios, y eso le lleva a amar todo lo que le rodea para Su mayor gloria. Así pues, a mayor humildad, mayor amor. Y a mayor amor, mayor entrega y sacrificio. 

Esto también me hace recordar la parábola del fariseo y el publicano: puedo presentar a Dios obras maravillosas en apariencia y no agradarle porque no hay humildad en mí; o puedo presentarle únicamente mi sucio pecado en actitud humilde y lograr Su beneplácito (cf. Lc 18, 9-14 / 1 Cor 13). Por eso, para ser humilde con los demás y amarlos auténticamente, antes debo asumir mi pobreza y miseria ante Dios. Debo ponerlo en el centro y colocar todo en orden a Él. Y así, como Él estará en el centro, habrá Amor en mí y Sus virtudes florecerán en mi ser.

¿Y por qué garantiza la salvación?

Precisamente por eso, porque―al poner a Dios en el centro―me lleva a buscar y a aceptar Su Voluntad en mi vida. Y Su Voluntad es que me salve.
La humildad me lleva a decir: “Señor, tú sabrás más que yo, pues eres infinitamente sabio y Todopoderoso” o “Señor, sé que soy un desastre, ayúdame a cambiar”, o “Señor, haz que Tu Voluntad y la mía sean la misma”.

Es más, si no acepto en vida lo que Dios quiere de mí y no me arrepiento de aquello que hago mal, o si escojo pecar a conciencia porque me agrada lo que hago, ¿quién me garantiza que después de la muerte vaya a cambiar de parecer? ¿No será que me presentaré ante Dios y no reconoceré que lo que he hecho no es correcto? Así pues, no será Dios quien me condene, seré yo mismo por mi orgullo, igual que el diablo.

Sin embargo, si a lo largo de mi existencia he ido trabajando la humildad, cuando me presente ante Dios el día de mi muerte y ponga mis faltas ante mí, le diré con profunda tristeza: “Sí, Señor, he pecado, perdona mi culpa”. Y con mi simple humildad, unida a la Pasión de Jesús, saldré justificado, así como el publicano o el buen ladrón (cf. Lc 23, 39-43). La humildad me preserva del pecado, especialmente el mortal; si soy humilde y caigo, no será a voluntad, sino por debilidad o ignorancia.

¡Cuánta riqueza se esconde en esta virtud tan infravalorada! Ahora veo que es de las primeras cosas que debería pedirle a Dios y custodiarla como el mayor de los tesoros. Y como la humildad se adquiere con el caliz del sufrimiento, también debería pedirle fuerza para soportar las afrentas.

Madre, Tú que eres toda humildad, obtén para mí tan valiosa virtud y ayúdame a soportar todo sufrimiento. Dale consuelo a tu Hijo ultrajado y haz que Él reine en mí a través de Ti. Que todos vean que Él es verdadero Rey y Tú verdadera Reina, y que se rindan a vuestros pies. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.

. Oración

Rezar un misterio del rosario (un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).


La Oveja Guerrera
www.laovejaguerrera.com