Meditación 25: La Asunción de la Virgen en cuerpo y alma
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En el Nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Escucha, Israel
«Sus hijos se levantan y la llaman dichosa, su marido proclama su alabanza:
«Hay muchas mujeres fuertes, pero tú las ganas a todas». Engañosa es la gracia,
fugaz la hermosura; la que teme al Señor merece alabanza. Cantadle por el éxito
de su trabajo, que sus obras la alaben en público» (Prov 31, 28-31)
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Mensaje de María «Reina de la Paz» en Medjugorje
“Queridos hijos, de
nuevo os pido maternalmente que os detengáis por un momento y reflexionéis
sobre vosotros mismos y la transitoriedad de vuestra vida terrenal. Por lo
tanto, reflexionad sobre la eternidad y la bienaventuranza eterna. Vosotros,
¿qué deseáis, por qué camino queréis andar? El amor del Padre me envía a ser
mediadora para vosotros, para que con amor materno os muestre el camino que
conduce a la pureza del alma, del alma no apesadumbrada por el pecado, del alma
que conocerá la eternidad. Pido que la luz del amor de mi Hijo os ilumine, que
venzáis las debilidades y salgáis de la miseria. Vosotros sois mis hijos y yo
os quiero a todos por el camino de la salvación. Por lo tanto, hijos míos,
reuníos en torno a mí para que os ayude a conocer el amor de mi Hijo y, de esta
manera, abriros la puerta de la bienaventuranza eterna. Orad como yo por
vuestros pastores. Nuevamente os advierto: no los juzguéis, porque mi Hijo los
ha elegido. ¡Os doy las gracias!” (2 de julio de 2012)
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Meditación
Y ahí está, dichosa.
Modelo perfecto de los que cumplen la Voluntad del Padre.
Consciente de que engañosa es la gracia y fugaz es la hermosura, nunca puso su
confianza en lo pasajero ni buscó su deleite en lo terreno; antes bien, siempre
puso su esperanza y su entero refugio en Dios. Tenía los pies en el suelo pero
el corazón en el Cielo. Toda su vida fue una negación de sí misma para vivir
por y para Él. De esta forma, halló la felicidad incluso en medio del
sufrimiento; “La perfecta alegría”, como diría un día San Francisco de Asís.
Me detengo y pienso en
cuántas veces me he valido de las gracias y dones recibidos para gozar en la
tierra, para lucrarme de algún modo, para obtener glorias y alabanzas de los
hombres, para ganarme el favor de alguien, etc. Y no solo es que me haya valido
de ellos, sino que los he tomado como si vinieran de mí mismo y he puesto toda
mi confianza y mi corazón en ellos. ¡Cuánta riqueza malgastada! ¿Qué me quedará
cuando muera?
Es hora de hacerme
pobre. Ser pobre no es no tener dinero ni dones, sino vivir desprendido sin poner ahí mi centro y mi confianza, y valerme santamente de
ellos; no para alcanzar la dicha terrena y vivir para mí, sino para buscar en
todo Su mayor gloria y vivir por y para Él.
Madre, tú que no conociste la muerte, ayúdame a hacer obras de vida. Tú que viviste la pobreza material y espiritual―haciéndote así rica en Dios―enséñame a ser auténticamente pobre. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.
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Oración
Rezar un misterio del
Rosario (un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
La Oveja Guerrera
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