Meditación 35: Acción de gracias

Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios, su monte santo, altura hermosa, alegría de toda la tierra: el monte Sión, confín del cielo, ciudad del gran rey; entre sus palacios, Dios descuella como un alcázar. Mirad: los reyes se aliaron para atacarla juntos; pero, al verla, quedaron aterrados y huyeron despavoridos; Allí los agarró un temblor y dolores como de parto; como un viento del desierto, que destroza las naves de Tarsis. Lo que habíamos oído lo hemos visto en la ciudad del Señor del universo, en la ciudad de nuestro Dios: que Dios la ha fundado para siempre. (Pausa) Oh Dios, meditamos tu misericordia en medio de tu templo: como tu nombre, oh Dios, tu alabanza llega al confín de la tierra. Tu diestra está llena de justicia: el monte Sión se alegra, las ciudades de Judá se gozan con tus sentencias. Dad la vuelta en torno a Sión, contando sus torreones; fijaos en sus baluartes, observad sus palacios, para poder decirle a la próxima generación: «Porque este es Dios, nuestro Dios eternamente y por siempre». Él nos guiará por siempre jamás (Sal 48).